lunes, 7 de diciembre de 2009

Dos ejercicios para una foto


Mamen Guerrero

“La tesis y el perro”
Cuentan que un hombre quiso hacer un estudio referido al comportamiento humano. Y así, se le ocurrió indagar sobre su reacción al encontrarse con un igual acostado en medio de la calle -en el asfalto, a pleno día y vestido de forma elegante: abrigo negro y sombrero- con el fin de calibrar hasta que punto respeta un hombre a otro el derecho a la extravagancia. Decidió que él sería ese hombre. Observó que el primer día la mayoría le esquivaba, daban un rodeo para evitarle sin mostrar algún tipo de interés. Sólo los menos alargaban el cuello, como queriendo vislumbrar un signo de vida. Al cabo de unos días, los que repetían itinerario, acortaban la distancia al pasar por donde él estaba, pero al notar que su pecho se estremecía nadie se paró ni le preguntó nada. Al cabo de una semana y decepcionado por los resultados, probó dejar de respirar en un intento de variar la situación. Esa mañana hubo quien se detuvo, e incluso, pudo sentir que se aproximaban mucho más; los menos respetuosos llegaron casi a tocarle, pero aún guardaba algo de calor y mantenía la piel rosada y, finalmente, decidían dejarle tranquilo. Al siguiente día de tomar esa decisión, los que pasaban por su lado empezaban de nuevo a distanciarse... el olor les repelía. Entonces, un perro se dirigió a él y no paró de darle lametazos hasta que su dueño, para separarle de aquel hombre, hizo llegar a la policía. La conclusión de su tesis nunca la llegó a conocer porque ese hombre le perdió el respeto a la extravagancia misma. En cuanto al perro, cuentan que abandonó a su amo.



“La crisis”

La bolsa cayó, y con ella mi futuro. A partir de ahí cuando entraba en casa me encontraba con dos pares de ojos famélicos que esperaban ser consolados con un poco de presente que no era capaz de llevarles. Al verlos, decidí no volver a casa si no era con un trozo de certeza. Un día más anduve recorriendo la ciudad en busca de trabajo sin conseguirlo. Exhausto y desesperado me tumbé en medio del asfalto de un aparcamiento, pensé que con suerte quizá pudiesen cobrar el seguro de vida.

Mamen.


N. del A.: Eximo a Ramón Qu de toda responsabilidad sobre la calidad del producto.

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