sábado, 14 de noviembre de 2009

Sin título (Isabel Aire Aire)


Isabel Aire Aire (Microrrelato sobre el rechazo)

Sabía que tenía que besarle. Era la tradición y lo había oído repetir mil veces: la princesa besa al sapo y éste se convierte en un bello príncipe. Pero no podía, le miraba los ojos saltones, la piel verde, casi transparente, gelatinosa, húmeda y le daban nauseas.
Con los ojos cerrados para borrar la imagen de aquel sapo grande, blando y viscoso, acercó sólo la cabeza para rozarle levemente con los labios. En ellos quedó pegado un gusto salado que la hizo escupir para deshacerse de él.
En posición fetal, como recién roto el huevo que le contenía, apareció el príncipe. Levantó los brazos lentamente y aún más lentamente estiró las piernas dejando en toda su extensión a la vista un cuerpo de piel traslúcida nunca tocada por el sol. Las venas se le veían como pintadas y una espesa capa de mucosidad le recubría por completo. Por contagio, esa piel transparente adquiría cierto verdor de la espesura que les rodeaba.
Quizá fuera bello, acorde con los gustos estéticos del momento, pero la princesa encontraba demasiado saltones sus ojos y demasiado prominentes sus labios.
La miró y se acercó a ella envolviéndola en un abrazo pegajoso. Ella cerró los ojos antes de ver cómo acercaba sus labios para darle un apasionado beso. Conteniendo el vómito, soñaba con que, al volver a abrir los ojos, el bello príncipe se hubiera convertido en sapo de nuevo.

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